En repetidas oportunidades apreciamos concepciones cristianas en el discurso del Presidente. La gente que no entiende la diferencia entre cristianismo y cristiandad se predispone a juicios errados de valor a la hora de advertir la imitación a Cristo al erigirse como líder de los excluidos, los pobres de la tierra a quien su suerte echó el poeta. El que abrió de par en par las puertas de la sinagoga para universalizar el judaísmo. El mesianismo hebreo en opción por los excluidos, la otra cara no reconocida como a alguien, el objeto de dominación. El profeta que llegó para anunciar la muerte del imperio romano.
Chávez irritó a alguien que subió a la red un video donde el Presidente insulta al Cardenal Urosa. Lo llamó Troglodita: habitante de las cavernas. El cardenal Urosa tiene derecho a seguir a la Iglesia de los Ricos y el Presidente a la Teología de la Liberación.
Monseñor Coll y Prat fue enviado a Venezuela para advertir el pecado en que incurrían los Venezolanos al sustituir a Fernando VII por una república. Decía que el terremoto de 1812 fue un castigo de Dios. Entonces asustaban con el COCO, ahora con el COCOmunismo. La ideología monárquica todavía conserva los vectores de su fuerza iniciada después de 1492.
Constantino se convirtió al cristianismo para convertirlo en cristiandad. La Corona se alió con la Cruz para convertir a la comunidad cristiana en un Estado Pontificio. La Teología de la Liberación maneja la convicción de que Dios se hizo hombre pobre para liberarlos de la fuerza de dominación del Imperio Romano.
Joseph Ratzinger se coronó rey de la Cristiandad, después de haber desarticulado la organización de los teólogos de la liberación. En la misa del Jueves Santo tuvo el cinismo de decir que los cristianos debían ser cristianos. ¿De la Cristiandad o del Cristianismo?
Monseñor Adulfo Romero, cristiano del cristianismo, manifestó su opción por los pobres. El caso de Monseñor Romero crucificado con ametralladoras en pleno sermón cuando decía a los pobres que todos somos iguales. El vino de consagrar se confundió con su sangre sobre las escaleras del templo derramados con su vida. Tan solo por asumir públicamente que el otro existe y tiene derechos. Él no es ni siquiera mártir según Benedicto II. Para el Papa solo merece su silencio y su olvido.
Resulta que el santo ahora es Karol Woitila, ni siquiera el doctor José Gregorio Hernández, ajeno a todo vínculo político, le otorga el derecho a la santidad, su pecado: ser reconocido como médico de los pobres.
Ser cristiano, según el Monarca del Vaticano significa mantenerse en silencio cuando occidente bombardea al pueblo Libio, para aplacar la crisis económica de la Comunidad Europea, saquear las cuentas bancarias, arrebatar las acciones, y las inversiones de Kadafi, y para aplacar las conciencias, una limosna para los damnificados del tsunami.
Chávez siente el cristianismo como una religión que libera la consciencia de los pobres a través de la caridad, como el la canción de Alí Primera. Lo esencial de los esfuerzos, más allá de los logros o los desaciertos es que rema en dirección a la asistencia social. Asistir a los históricamente desasistidos, llevar la asistencia médica, la escuela, el comedor, albergar a los que perdieron su techo.
Cuando se dice Teología de la Liberación se piensa en la construcción de comunidades eclesiásticas de base, en un Dios que se hizo hombre-pobre, para liberar la los pobres o salvar a los condenados de La Tierra. Para optar por ellos es necesario liberarnos integralmente de los poderes que lo han impedido. Chávez habla de independencia integral. Es necesario que la gente entienda la historicidad de esas palabras. Resumiéndola a su expresión más breve: la ruptura de los cuatro vectores de la fuerza de dominación generada con la expansión geográfica de la cultura transatlántica durante el proceso de implantación de una sociedad esclavista y colonialista a partir de 1492.
Urosa en cambio representa a la cristiandad. Una cultura de dominio religioso que ha hipnotizado a la gente con el sonido de sus campanas por más de medio milenio. La Cruz al servicio del Estado y, el Estado a merced de las necesidades del mercado y, la gente que produce para satisfacer las necesidades de acumulación de capital, el trabajo ajeno a las necesidades de la gente.